Invierno

Hace unos meses tuve un disgusto y caí en modo invierno. hice lo mejor que pude. primero me puse una faja alrededor del útero, porque sentía frío en la matriz. me puse medias y zapatos abrigados y me di baños calientes, pero el frío no se iba. Busqué el gorro de lana y un poncho pero el frío seguía estando ahí.

Respiré y me faltaba el aire. Necesitaba actuar profundo. A esas alturas, decidí cambiar tácticas porque así, a puras mantas, el frío no se iba a ir.

Era momento de protegerme. y eso me llevo a buscar a gente que quiero y que me eleva. No toda la gente que quiero me hace sentir mejor. Yo necesitaba sentirme mejor y busqué gente que amo y me eleva. Gente con más alta vibración que la mía. Decisión correcta. Sonidos de tambor, guitarra y cantos dulces. Caminata por el bosque. Corazón empezaba a sentir, a abrirse de nuevo.

De vuelta a casa seguía sin respirar bien. Necesitaba aire. Me reconecté con un parque/bosque cercano donde puedo ir a caminar y correr. Respirar. El primer día estaba fatal. Sin aire. Pensé en mudarme a zonas más altas y menos húmedas, un primo me habló de cuando vivía en un pueblo lleno de viñedos en Chile y como nunca tuvo problemas de asma en ese tiempo. Pensé muchas cosas este invierno, pero por suerte persistí en las caminatas y trotes y el aire empezó a ingresar mejor. Los pulmones se empezaron a ensanchar de a poco.

Correr me salvó varias veces. Lo hizo hace unos años en Encarnación que tras un momento difícil corrí cada noche por la costanera que bordea el Río Paraná. Llegaba a un extremo y respiraba profundo la brisa mientras contemplaba el río, y juntaba aire que me permitía volver corriendo a casa. Esa temporada corrí hasta que me sentí liviana pero firme, con la fuerza de voluntad en el lugar justo.

Esta vez, para vencer el invierno volví a correr aunque sin tanta energía. Corrida tranquila e intercalada con caminatas y respiraciones profundas, o hasta donde podía.

También tomé muchas sopas, variedad de sopas y zumos de uva y remolacha, y muchos tés.

Reduje mis actividades y gastos al mínimo.

Traté de estar en calma y no me permití poner a prueba mi sistema nervioso, me alejé de la gente que me moviliza de más porque era momento de mimarme, de descansar. Es fácil decirlo ahora pero no fue fácil hacerlo. Para ello necesité ajustar muchas cosas y simplificarme lo más que pude.

De a poquito, el calor empezó a florecer. Perseveré. Bailé con marido en casa, reencontrándonos. Tomamos mate. Nos reímos con los chicos. Saltamos en la cama elástica. Celebramos el cumple de mi amiga/hermana. Paseamos en familia.

De a poquito cocinar se hizo con más ganas e inspiración, me volví a sentar a coser, a bailar y hasta tocamos el bombo y nos pusimos a cantar con los niños.
Con ganas de aprender mis primeros ritmos, volví a tener ganas de estudiar.

Mientras trotaba sentí la respiración completa. Después de meses sin aire profundo. Respiraba y respiraba y el aire fluía . Volví corriendo a contarle a mi compañero que podía respirar. Recolecté llantén y dientes de león (gracias amigos de yvyturuzú por las lecciones)en el parque/bosque y llegué a casa y preparé té con miel para todos.

Celebramos con una copa de un riquísimo vino tinto. Buen aire equivale a buena circulación, oxígeno en la cabeza, el corazón, los pulmones, el útero, cuerpo entero. Y el vino, que si bien estaba rico, lo compartí. Lo hice crema y lo hice leche hidratante. lo combiné con mirra e ylang ylang, con aceites de semilla de uva, con karité, con sésamo.El vino se hizo cosmética en el micromundo de Las Naranjitas y oficialmente el invierno se volvió celebración para mí.

Belleza de invierno que me recordó la importancia de adaptarse a la ciclicidad. De parar. Varias lunas que me llegaron en luna creciente avisándome que era momento de descansar

El invierno se va pero dejó huellas... y fuerzas. Las fuerzas acrecentadas en mi yo más interno. Ávidas por salir al sol. Llega el equilibrio del día y la noche: equinoccio. Tributos a diosa madre y nacimientos, portal del calor.}

Se aproxima, te espero, primavera.