Limpia de enero



 Quién sabe si el calor o mi simple óptica sobre la vida, que anduve más quejosa de lo normal.  Y lo soy bastante pero esta vez con quejas más profundas, sobre cambios estructurales. El calor estuvo tan pero tan abrumador que yo le decía a Amadeo “no puedo pensar,” “sabes que con este calor es muy difícil trabajar”, “que calor esto no es normal, me siento mal”, pobre Amadeo, la verdad, como si él estuviera en Siberia y no sufriera la sensación térmica.  Del calor pasé a otro paso, “¿y si nos mudamos?”, ¿qué pasa si nos vamos a un lugar más fresco?”

Hace unos años, un enero estuve sufriendo tanto el calor que le mande mi cv a diarios y medios de Tierra del Fuego. Hubo un diario en particular, me enamoré de su nombre porque se llamaba Diario del Fin del Mundo. “Ahí me quiero ir, Amadeo” le dije emocionada, “al fin del mundo a disfrutar del frío un rato”.