Por las tierras de María Sabina, la búsqueda de un chamán en la sierra mazateca

Fotos: Amadeo Velázquez Texto: Mariel Fatecha


Son las 8 de la mañana en una pequeña terminal en Oaxaca. Hace frío y todos estamos un poco aburridos. Somos seis personas matando el tiempo. Una indígena mazateca llamada Ohem espera con nosotros la combi que debía de partir a las 7 de la mañana y por falta de pasajeros saldrá tres horas más tarde. Nos cuenta que viajó a visitar a su hija pero que ya es hora de regresar a su pueblo, Huautla de Jiménez. Nos pregunta a qué vamos nosotros y le contamos que vamos a buscar la casa de María Sabina y a una curandera que se llama María Julia.

- “Sí. Ella es pariente mía”, asegura. “Vayan a visitarla”.

Obviamente Ohem está habituada a los foráneos y a lo que buscan. La primera vez que ella probó los “niños santos” (como llaman allí a los hongos) contaba con nueve años. “Mi papá decidió realizar una ceremonia porque dejé de comer y estaba muy débil”. Si bien era pequeña, la edad no fue impedimento para que a partir de ese día los consumiera durante cuarenta años más, hasta que los hongos le dijeron que era suficiente. Para una persona de padre y abuelo curanderos mazatecos los “niños santos” son indispensables, claves para la sobrevivencia, la sanación y hasta para conservar el amor.


Ley Natural

No anduve con ganas de escribir, el 2014 iba bien hasta que terminó dándonos unas cuentas bofetadas en el ánimo, justo al cierre. Mucho de frustración, de planes fallidos, un verdadero aborto espontáneo. No terminamos de sonreír por agrandar la familia cuando vino la mala noticia y el mundo giró para adentro.

Entre los médicos que me querían intervenir y la naturaleza que siempre sigue su curso, elegí la naturaleza. Me encomendé a Kuhne, a Kneipp y a sus baños, a mi amiga facilitadora de Psych-K, a un chamán ecuatoriano que me hizo beber té de rosas y a un ayuno de frutas. Me encomendé al amor, que me acompaña en esos momentos inestables, esos que nos hacen tambalear. Y todos ellos me cuidaron y todos ellos me ayudaron.