Medicina natural

Mi tatarabuela era indígena charrúa. Conocía los beneficios de las plantas, y aunque no la conocí, mamá me cuenta que la recuerda de niña y que era una mujer que limpiaba a los animales cuando tenían bichos, con rezos regresaba a vacas y caballos perdidos y veneraba la lluvia. Mi abuelo era italiano y se casó con la hija de la tata. Al llegar al Paraguay y ver la abundancia de coco, el abuelo realizó una fórmula para hacer jabón. Después terminó vendiendo la fórmula a una empresa que hasta el día de hoy lo sigue fabricando y en el país ese mismo jabón de coco es muy usado por sus beneficios como hidratante y nutriente además del uso obvio de higienizar.

Muchos europeos al llegar a Latinoamérica aprenden de nuestra cultura nativa curativa y al llegar al viejo continente la promocionan. Sin embargo en nuestra propia tierra, llena de mercados donde se consigue todo tipo de hierbas medicinales y donde aún tenemos impregnados ciertos hábitos como el consumo de la yerba mate acompañada de “remedios yuyos” en el sur o la ingesta de ciertos tés cuando nos sentimos mal en todos los países latinos, negamos los beneficios de ciertas plantas.

¿Quién no vio a alguna abuelita frotar suavemente un algodón empapado con agua en el vientre del bebé? Yo varias y nunca entendí bien porqué lo hacían. Muchos años más tarde asocié esta práctica con los hoy llamados baños derivativos, aquellos consistentes en mojar el bajo vientre, antes conocido como baño vital y hoy más promocionado bajo el nuevo título de hidroterapia.

Los aztecas que tenían en sus casas temazcales para hacerse largos baños de vapor se matarían de risa si supieran como se habla ahora de los saunas y sus beneficios, o que la gente paga fortunas para hacerse en un spa barroterapia.

Bajo etiquetas chic las mujeres consumen en modernos establecimientos terapias que antes se realizaban en la casa, sin gastar un peso de más. Tengo muchas amigas que compran laxantes ovidándose de los beneficios de la semilla de lino, las ciruelas pasas, el pan integral, la cáscara sagrada y, nuevamente, los baños vitales o derivativos.

No me interesa ahora hablar de los efectos psicotrópicos, pero el peyote es uno de los antibióticos naturales más efectivos que existen, aunque su uso esté considerado ilegal al menos que seas huichol. La marihuana, útil como analgésico y digestivo, permitido su uso para pacientes con cáncer en algunos países de Europa, nuestros gobiernos la siguen considerando ilegal.

De aquellos antepasados lastimosamente me llegó poco y nada de esa cultura natural. Me educaron con médicos de delantal y título. No voy a negar los progresos de la medicina moderna, pero muchos médicos tampoco niegan los beneficios de la medicina natural, ¿o acaso nunca escucharon que un médico recete baños de asiento?

A las terapias naturales hay que darles el lugar que se merece.