10 soluciones contra el estreñimiento

Estreñimiento es una palabra que suena espantosa. Solo pronunciar la ñi hace que subamos la nariz y presionemos los dientes, manifestando con el gesto que está todo mal. Sin embargo, a pesar de lo fea que se oye, la decimos y escuchamos todo el tiempo. En definitiva, el estreñimiento es la gran enfermedad contemporánea. La alimentación actual, rica en carbohidratos refinados, sumada a las largas horas de sedentarismo, potenciaron la venta de laxantes en los últimos años. Aunque ahora muchos estén pendientes del ébola, en este mismo presente están enfermos de estreñimiento.

Hace años que no tengo reparos en hablar sobre la importancia de la eliminación. Al fin y al cabo, la evacuación es un punto en común que tenemos absolutamente todos los seres humanos, todos necesitamos defecar, y aún así, a muchos les suena fuerte la palabra, cuando la que suena y hace peor es la que ya dijimos: ESTREÑIMIENTO.

Los naturistas lo gritan de toda la vida: la eliminación es igual de importante que la alimentación. Pero para mi gran sorpresa, veo como los conceptos de estreñimiento se van ajustando todo el tiempo según la costumbre de ir al baño de una persona. Algunos, si no van un día sienten que es un problema, pero muchos recién lo contemplan como tal tras dos o tres días sin pistas de movimiento intestinal y están los que incluso tienen una evacuación una vez por semana. Pero no podemos acostumbrarnos al tránsito lento, es una manera muy poco ligera de matarnos de a poco. Lo que no se expulsa, se fermenta en el cuerpo, esa incómoda fiebre en el aparato digestivo. Si el baño no se visita mínimamente dos veces al día, el problema está, uno cayó en esas lentas pero pesadas y aplastantes garras. Al menos que queramos aprender a mal vivir con una digestión en estado febril, es mejor incorporar simples hábitos para ganar al menos una batalla, y creo que la más importante, para sentirnos mejor.

Personalmente, me funcionó disminuir drásticamente la cantidad de refinados y en contraparte, incorporar mayor cantidad de alimentos frescos y fibra, pero aún en mis peores épocas alimenticias siempre busqué la salida natural, que nunca me falló. Comparto las cosas que hice y que me funcionaron:

Alternativas para hacer en ayunas:

1. La noche previa, poner en remojo cuatro ciruelas pasas y una cucharada de semilla de lino. Beber en ayunas.

2. También funciona mezclar un cuarto de vaso de jugo puro de limón con un chorrito de aceite de oliva.

3. Otra alternativa es la de tomar el jugo de un limón mezclado con medio vaso de agua tibia.

4. La maravillosa miel en medio vaso de agua tibia es otra solución.

En otro momento del día:

5. El té de cáscara sagrada. Es amargo y no es para todos los días. Una cucharadita del té por taza y si uno no es diabético puede endulzarlo con un poco de miel. Santo remedio. Un naturista me recomendaba mezclarlo con Cardo Mariano, y funcionaba!

6. La rosa mosqueta además de ser un suave laxante tiene buen sabor.

7. Fruta, fruta y más fruta: En vez de comer un sándwich de queso cuando nos da el hambre, consumamos frutas, frutas y más frutas.

8. Auto Masajes: Con la palma de la mano, hacer movimientos en el sentido de la aguja del reloj. Empezar con círculos pequeños alrededor del ombligo e ir ampliando los círculos con leve presión al resto de la panza. También funcionan los movimientos laterales de arriba hacia abajo en el tórax.

9. Agua: Louis Kunhe es mi santo. Lo considero uno de los naturistas que mayor legado nos ha dejado. Gracias a su observación de la naturaleza, su voluntad de estudio y experimentación, logró a partir de un elemento como el agua, devolver a nuestro cuerpo la temperatura térmica natural o mejor dicho saludable. Los baños de asiento con fricción, también conocidos como baños derivativos ayudan a la evacuación, así como a desinflamar los órganos internos del cuerpo.

10. Consumir granola: Obviamente, no podía faltar en mi lista. Pero la granola bien hecha, además de tener otros beneficios, por su cantidad de fibra es un mimo para nuestros intestinos. Especialmente, si la mezclamos con frutas o un yogur natural. Tan simple como añadir unas cucharadas a nuestro desayuno.

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