Hace unos años,
un enero estuve sufriendo tanto el calor que le mande mi cv a diarios y medios
de Tierra del Fuego. Hubo un diario en particular, me enamoré de su nombre porque
se llamaba Diario del Fin del Mundo. “Ahí me quiero ir, Amadeo” le dije emocionada,
“al fin del mundo a disfrutar del frío un rato”.
Meses después
me escribieron para decirme que había un laburito allí. Ya nos habíamos mudado
a Encarnación y soplaban los primeros vientos y yo estaba con manta, tomando
mate, temblequeando de frío. Arrugué al frío.
La temperatura,
la altura, la calidad del aire... Cuando voy a lugares un poco más altos y más
secos respiro mejor. Se me abre el pecho y los primeros días ando respirando como
un sabueso porque da gusto que pase el aire a sus anchas. En general me
acostumbro a respirar a medias y no es hasta que me duele la cabeza o la
espalda, o algo en particular, que me obligo a ejercitar la respiración, hacer
algo al respecto.
Así invadida
de quejas y con dolor de espaldas, me dije “BUENO QUERIDA, ya tenés a todos los fantasmas juntos a tus espaldas, si
ya no estás ni contenta con el aire que respiras, hace algo porque siempre se
puede estar peor”.
Eso ya lo
aprendí. Siempre se puede estar peor. Así que cuando veo que me quieren comer
el coco los fantasmas, es hora de una limpia.
Limpia.
¿Qué es una
limpia? Una limpia es sacarse todo lo que nos oscurece, esos pensamientos
envenados, esas inseguridades que nos impiden ver nuestras fortalezas, esos
miedos que nos hacen sentir que no valemos la pena. Cada tanto se acumulan
tanto que parece que nos arrebatan cada vez más vitalidad. Van tomando forma en
nuestro cuerpo, nos acechan y nos hacen doler el cuerpo, bajar la cabeza, tensar
los hombros y pone rígido el cuello. Están cabrones los fantasmas. Nos pueden
enfermar.
¿Y cómo se
hace una limpia? Como vos consideras. Una limpia es hacer algo que te haga
vencer esa oscuridad, esa derrota mental o emocional, una limpia es volver a
conectarte con tu pulso con la calidez del corazón, con el disfrute. Cada una
sabe y conoce lo que su alma disfruta.
Parece simple
y suena romántico, pero es difícil a veces cuando una no se siente bien
revertir la situación. Lo que una hace conciente a veces es limpiar la casa,
todas las áreas, desechar lo que sobra, y ser muy Marie Kondo , porque ella
sabe como limpian los zen, porque ella sabe como limpian las mujeres que saben
que su hogar es sagrado, donde vive junto a los seres que ama.
Así que al
mejor estilo más exorcista que zen, me puse mi delantal y a limpiar en
profundidad. Regalé, tiré, moví de lugar, limpié y finalicé con un rico
incienso y una velita.
Divina quedó
mi casa pero lo mío necesitaba más esfuerzos. tampoco me ayudó ver lo rápido
que se desordenaba lo ordenado.
Los
fantasmas iban regresando a su lugar vip.
Así a lo terca y a trapazo limpio, la batalla no se iba a ganar. Necesitaba más sutileza.
No tenía ánimos
ni silencio ni soledad para un momento de meditación pero sí tenía wifi, puse
música y me puse a bailar. Forzado al inicio, medio rumiando casi, pero la música
poco a poco invadió mi ánimo, lo invitó a bailar. Suerte que ánimo aceptó la
invitación. Al rato ya estaba sintiendo de nuevo, un sacudón de cabeza y chau
ideas mamertas, otro sacudón y PASANDOLA BIEN. Pasándola re bien conmigo, estar bien en el
presente así, tal cual es. .
Quería compartir
esto antes que cualquier circunstancia me haga olvidar (mejor me apuro en
compartir) que el mejor estado de conciencia es ESTAR BIEN.Y aprovecho para agradecer a todas las mujeres hermosas que siempre
están danzando, riendo fuerte, celebrando la existencia . Pasándola bien. Sus ejemplos de vida son un hermoso despertar.
...Y a mi hermoso,
que danza la vida conmigo.
...Y a mi hermoso,
que danza la vida conmigo.
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