Ley Natural

No anduve con ganas de escribir, el 2014 iba bien hasta que terminó dándonos unas cuentas bofetadas en el ánimo, justo al cierre. Mucho de frustración, de planes fallidos, un verdadero aborto espontáneo. No terminamos de sonreír por agrandar la familia cuando vino la mala noticia y el mundo giró para adentro.

Entre los médicos que me querían intervenir y la naturaleza que siempre sigue su curso, elegí la naturaleza. Me encomendé a Kuhne, a Kneipp y a sus baños, a mi amiga facilitadora de Psych-K, a un chamán ecuatoriano que me hizo beber té de rosas y a un ayuno de frutas. Me encomendé al amor, que me acompaña en esos momentos inestables, esos que nos hacen tambalear. Y todos ellos me cuidaron y todos ellos me ayudaron.


Tenía fecha límite y un día antes de la cita con el médico y 18 días después de enterarme del no latido, el aborto retenido llegó a su fin. En casa. Con aceptación pude sostener en la palma de mi mano al bebé que no llegó a ser, pero que de todas maneras fue, o es, mi hijo. Ya sin dolor, aunque con tristeza (son lo mismo?) lo enterramos junto a un rosal y el cambio de planes se dio de manera inminente, porque hay planes que no se cumplen, otros se cumplen pero no llegan a su fin, no toman forma.

Un arrasar con todo lo que está en la mesa, puros cachivaches inútiles. Hacer espacio y empezar en blanco. Y justo romper los planes cuando termina el año, cuando las cosas deberían concretarse, celebramos las fiestas sin deseo alguno, solo con agradecimiento por las lecciones aprendidas a la fuerza (a veces no hay de otra) y por seguir el camino que nos sienta bien. Ya no forzar.

Cuando nos frustramos la bofetada va a la soberbia, nuestro poco o mucho orgullo, una estaca en el centro de control. Cuando se pierde el control, la presión simplemente se desmorona. Que sea como sea. La entrega. El resultado de la frustración es la entrega. Fuuuu, soltarlo. Aceptar y soltar. Me fui para adentro pero no lo hice sola. Concientemente selectiva. Busqué lo que sabía que necesitaba y el instinto sabe por donde ir aunque solo se arrastre con la humildad del que sabe que le tocó una dura, que es solo momento de entrega.

Y mientras la vida siguió, hasta las gallinas pusieron sus primeros huevos. Y pienso en las gallinas, porque recuerdo que hace unos meses, a los pocos días de tenerlas con nosotros, un gallito de días bautizado Multicolor nos seguía para todos lados. No parecía un pollito, parecía un perrito. Nos buscaba y hasta se subía al hombro. Se alejaba constantemente de los demás, detrás nuestro. Se escapaba del gallinero. Fuimos a buscar a nuestra hija a la escuela y en el camino me quedé pensando en Multicolor. Lo hubiéramos traído, y si se escapa? Fueron unos veinte minutos fuera de casa, al regresar ya no estaba.

“¡Multicolor!”, gritábamos como si fuera que el pequeño pollito sabía su nombre, “Muticolor”, y mirábamos al gato del vecino con desconfianza, “No te lo habrás comido vos, no?“. Ni pío de Multicolor. Al día siguiente la vecinita amiga de mi hija, le cuenta que los niños de enfrente encontraron un pollito y que lo pusieron en una cajita para que pase la noche, pero que no sobrevivió por el frío. Puf, era Multicolor. Se me caían las lágrimas, porqué no fui a preguntarles a los de enfrente? Y él diciéndome, “si te vas a poner así por un pollito estamos fritos”. Sí, él tenía razón. Pero que frustrante frustración. Y después una gallina simplemente desapareció. Y pensé, minga, cómo hace la gente para tener gallinas, porqué a todos les salen las cosas y a mí me salen para el traste. Y le puse candado al gallinero, pero al pedo, porque se escapaban igual. Ma sí, que hagan lo que quieran.

Y eso hicieron.

Salen a dar sus vueltas por el patio y cuando quieren entrar se paran frente a la puerta del gallinero y les abrimos y si no lo hacemos no pasa nada, porque saben entrar igual, no parecen gallinas, pero nunca antes tuve gallinas y no tengo con qué comparar, por ignorante nomás lo digo. Y no refuerzo el gallinero porque desde que hacen lo que quieren no desaparecen más y hasta dejaron de parecer perros porque nunca vi perros que pongan huevos (y menos en la pileta del lavadero). Príncipe, el gallo dejó de ser lindo y simpático para ser el gallo del que hay que cuidarse, si estás distraído va a picotearte y yo le digo que es un cabrón, un gallo cabrón, aunque sea incorrecto o imposible. Te picotea y te hace sangrar aunque vos lo quieras. El amor no siempre es recíproco.

Así que los huevos fueron un gran acontecimiento distractor. No podemos comer tanto huevo, y si lo hacemos pensamos, como dice mi hermano, que son huevos de gallinas felices. Quien sabe si son felices o no las gallinas, pero eso no creo que dependa de mí.

La naturaleza fue mi fortaleza, mi cura, mi salvarme de una intervención, de estar fuera de casa, en una cama metálica sin poder hacer dormir a mi hija. Si tenía que ser así, aceptación, pero no  fue así. .

Si miro para atrás es un camino que empezó hace años, aunque antes ni cuenta me daba. Un poco de curiosidad primero, de probar las compresas de agua fría, el barro en la pancita de mi niña, una mudanza al DF, un libro de Shaya Michán en mis manos, un querer conocerlo, y un llegar a él para estudiar los martes corriendo del trabajo para que no se me haga tarde. Y libros, muchos libros, y siempre Kuhne y Lezaeta Acharán en la cabecera y sobre todo probar conmigo, pasito a paso hasta que de repente y sin desestimar a la medicina, correr al médico dejó de ser una primera opción. Me decidí, era hora. Yo quiero ser naturópata porque quiero respetar en la medida que mi conciencia lo permita, las leyes que nos rigen, que no son de los hombres. Y me inscribí nomás y empecé a estudiar lo que me gusta, porque así de simple estoy transitando este camino, y así de simple el mundo volvió a ser un sitio curioso donde vale la pena indagar y aventurarse y sonarse los mocos y por supuesto, ser feliz.

A todos nos llegan las preguntas existencialistas, quién miércoles soy? Qué miércoles estoy haciendo? Donde miércoles estoy? Y la verdad que no importa mucho qué haga ni donde estoy porque puedo mudarme mil veces y puedo hacer muchas cosas diferentes aunque no todas llegan a buen término. Son solo experiencias y los caminos van para todos lados y se cruzan, y ah! Creímos que una era gallina pero no, terminó siendo un gallo, y de repente, las cosas son así, sorprendentes, salidas de control aunque eso no significa que siempre sean primaveras.

Está bien así.

Me tocó aceptar. Y aceptando voy.

Este año mi plan es simplemente dejar ser al tiempo, dejar ser gallo o gallina, dejarme ser, dejar que fluya.


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