La cartera

Estaba en el colectivo yendo hacia Hacienda, contabilizando de a una mis deducciones para que no me arranquen la cabeza. Como soy prestadora de servicios pago IETU, IVA e ISR. Tengo que justificar el 50 por ciento de mis ingresos en gastos relacionados a mi trabajo o pagarlo, y a pesar de que me la paso pidiendo facturas siempre termino pagando. Los 17 de cada mes son atroces, antes de salir repaso mis documentos, veo si tengo todo en orden. Los 17 sólo tengo números agresivos y persecutas…

Estaba en eso cuando veo que la chica que estaba sentada al lado mío se levanta y deja su cartera. Ya le estaba por gritar que no se baje, que se la olvidó cuando veo que fue a hablarle al chofer y regresó a sentarse. Muy tranquila la doña, dejó nomás la cartera porque es una mujer relajada y le resbala que no existe cartera en el mundo tan pesada como para no llevarla colgada donde va, si estás en un lugar lleno de extraños.

La tuve que mirar: estudiante fija, unos 20 años, jeans, zapatillas y saquito. La tuve que mirar y morderme la lengua para no decirle cual vieja metiche: “Nena, despertáte” y darle una larga perorata sobre el descuido, de cuando me cortaron la cartera en un colectivo en Asunción, de las dos veces que me desvalijaron la casa porque no estaba, de que hacer lo que ella hizo en un subte o tren en Buenos Aires es de tarados, de cuando me asaltaron en Nicaragua y pensé que en mi cartera estaban los documentos y corrí a los chorros dos cuadras hasta que Amadeo me agarró de atrás y me dijo “Basta”.

Tuve ganas de decirle "inconciente" recordando como aferro a mi hija en un portabebés cuando salgo porque no se puede confiar en nadie. Pero me dí cuenta que la única paranoica era yo, todos estaban muy relajados, a nadie le importó un pomo y a ella menos el haber sido de pensamientos tan nobles como para dejar su cartera al lado de una desconocida en un colectivo con mucha gente. No sé si mi viaje era al mundo perfecto pero a nadie le dio ni fu ni fa. Al parecer era la única mente torcida.

Me bajé del bondi y seguí con mis cuentas, ya sabía que me iba directo, a pesar de atajar bien fuerte mi cartera, a que me desembolsillen unos buenos pesos.

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