Calor


En Paraguay hace un calor de perros.

Lo saben los yuyeros. Lo saben los albañiles que paran en la siesta. Lo sabe el colectivero, los pies descalzos, los vendedores de ventiladores y aires acondicionados.

Lo saben los niños que se bañan en el río, los mennonitas, los indígenas, el Chaco, la sequía, los mosquitos, los que tuvieron dengue, los loros de Humberto Rubín, las señoras con baja presión, la piel, los desodorantes, los colchones pegajosos, las mujeres desnudas y las piernas con pantalones.

Lo saben los maestros, los que nunca vieron la nieve, los cortes de luz, los perros que buscan la sombra, los que llegan por aeropuerto, el que carga combustible, el que pedalea, el que camina, lo sabe la cerveza helada en la garganta y la ardiente mediterraneidad.

En Paraguay lo saben todos y todos sabemos lo mismo: Hace un calor de perros.

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